La primera imagen puede impresionar un poco al principio. La
primera palabra que me viene a la mente cuando la veo es un verbo bastante
claro: forzar. Ahora me da mucha pena pero desgraciadamente mi primera inmersión
en la lectura fue así, a la fuerza. De
pequeña recuerdo que la lectura no me atraía, la actividad me resultaba
tediosa; recuerdo que a muchos de mis compañeros sí les gustaba y yo también
quería que me gustara... pero eso no ocurrió hasta pasados bastantes años.
Fui creciendo y me fui reconciliando con los libros; me empezó a atraer la poesía, empecé a escribir. Era otra forma de
expresar lo que me ocurría por dentro.
Más adelante, cursé el bachillerato humanístico porque
parecía que las letras se me daban bien; la lengua me gustaba. El primer día de
clase nos dijeron que seguramente estábamos allí porque nos encantaba leer. No
me sentí identificada con la afirmación pero no me eché atrás. El primer año
tuve una profesora magnífica, apasionada por la literatura, que me contagió su
amor por Lope de Vega, García Marquez, Casona, Mihura... fue la primera vez que
leí teatro, y me gustó mucho. Luego también me interesé por autores menos
clásicos como Jorge Bucay, Mario Alonso Puig, Mario Benedetti, Paulo Coelho entre otros menos conocidos.
La asignatura me llamó la atención primero porque me
hablaron muy bien de la profesora, y segundo porque creo que la literatura, la
buena, no se trabaja mucho en clase o requiere trabajo extra para introducir. En ningún
manual de los que he visto se ha intentado trabajar algún texto original
literario. Con lo cual vi en esta asignatura una oportunidad para obtener
recursos y herramientas para poder introducir a los alumnos en la literatura
hispánica de una forma más atrayente que presentándoles la biografía de algún autor
célebre.
Creo que lo que puedo aportar es el punto de vista de alguien
que ha estado en los dos lados, en el de no sentirse atraído por la lectura y
en el de apreciarla y disfrutarla; ya que nos podemos encontrar con algún
alumno que no le interese incursionarse en la lectura en español. También es bueno considerar este aspecto y así o intentar motivarlo o aceptar la realidad sin frustrarnos.
Ligado con esto, me gustaría compartir una anécdota que ocurrió durante una clase en mi periodo de prácticas. Tuve que preparar una actividad que iba sobre pintores españoles. En una secuencia de la actividad, como me interesa mucho el tema de la inteligencia emocional, se me ocurrió implicarlos mediante una serie de preguntas relativas a qué veían en el cuadro, qué emociones les suscitaban, etc. Cuando terminó la clase y más tarde mi tutor me envió su valoración, me dijo que la actividad había estado muy bien, pero me recomendó tener cuidado porque me podía encontrar alumnos como una de las que estaba allí presente que le comentó que a ella no le interesaba para nada el arte, y no le provocaba ninguna emoción. En esa ocasión, como me gusta mucho el arte, no se me ocurrió que podría haber alguien que no le gustara. En este caso, a la alumna sí que le provocaba una emoción: indiferencia. Lo que extraigo de esta experiencia, pues, es también dar lugar a ese tipo de emociones sin dejar de intentar sacar algo positivo de ello. En esta situación, por ejemplo, esta alumna también podría haber hablado de esa indiferencia o explicar por qué no le gustaban los cuadros o el arte en general.
Antes de la primera clase de la asignatura, pensaba que la literatura solo podía servir como un recurso más para trabajar lengua y vocabulario. Ahora, lo veo como una posibilidad para implicar a los alumnos e introducirlos en nuestra cultura de una forma más sutil y atractiva.
Muy bien el comentario y muy sincera! Guardo la anécdota de la alumna a quien no gustaba el arte para comentarla en clase.
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